Por señorío se entiende el territorio sobre el que los señores ejercían un complejo conjunto de prerrogativas, que iban desde las facultades jurisdiccionales hasta diferentes derechos de propiedad, pasando por otras de origen feudal. El régimen señorial, aún existiendo diversidad, presenta unos rasgos comunes. El caso inglés es distinto, en parte como consecuencia de una diferente evolución medieval, en parte como resultado de una temprana centralización monárquica que motivó que los señores ingleses viesen muy disminuidas sus facultades jurisdiccionales.
No sólo en la Europa continental, también en Inglaterra, el monarca era rey y señor. El patrimonio real inglés disminuyó desde Enrique VII Tudor pero, a pesar de las enajenaciones, continuó siendo importante. La alta nobleza laica (peerage) y la eclesiástica eran dueñas de señoríos (manors) y de grandes propiedades rústicas. La baja nobleza o gentry no poseía señoríos pero acumuló propiedades y rentas.
A diferencia de los señores continentales, los señores ingleses buscaron acabar con las formas consuetudinarias de cesión de la tierra, lo que debilitó sensiblemente al campesinado inglés. Sin embargo, algunos miembros del estrato superior del campesinado (yeomanry) lograron ascender a la gentry. Debido a factores demográficos (extinción de líneas sucesorias, alianzas matrimoniales, etc) la concentración de la riqueza en pocas manos supuso que a fines del XIX el 1,4 % de los propietarios fuesen dueños del 69% de la tierra.
El paisaje inglés hacia 1750, antes de la mal llamada Revolución agrícola, era más bien uniforme aunque con diferencias regionales. A grandes rasgos, se distingue entre las tierras occidentales, más húmedas y dedicadas a la ganadería extensiva, y las orientales, más secas y predominantemente agrarias, si bien agricultura y ganadería había en todos las zonas. Había lugares donde se distinguía entre una zona de cultivo permanente (infield), donde se practicaba la rotación trienal o bienal, y otra de cultivo temporal (outfield), donde las tierras volvían a utilizarse para pastos tras varias cosechas. Así mismo, se puede decir que donde no se habían producido cercamientos existían tierras comunales.
Las mejores tierras agrícolas eran las de las colinas del sur de Inglaterra donde se cultivaba trigo y había ganadería lanar. Los valles del centro y el oeste de Inglaterra estaban destinados a una ganadería bastante extendida y a freeholders. En las tierras pantanosas del este y sureste existía una sociedad muy polarizada ocupada en la ganadería, en las zonas de la costa y en la agricultura, en el interior.
En Inglaterra, al igual que en el resto de Europa, el cereal estrella era el trigo seguido de la avena, destinados ambos al consumo humano, y la cebada, utilizada como pienso. El tipo de ganadería predominante era la ovina (26 millones de cabezas en 1805), de la que se obtenía lana, fundamentalmente, así como carne y estiércol. Los mejores pastos eran ocupados por la ganadería vacuna que proporcionaba carne y leche.
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